Tan tranquilo y discreto es el
Papamoscas Gris que pocas personas se dan cuenta de su presencia en los
jardines; en esto colabora su apagado colorido, de tono uniforme, gris
ratón, del que sólo se apartan los jóvenes, que tienen manchas oscuras
en el pecho.
Un buen modo de reconocer una de estas aves es
observarla cuando se alimenta. Posado delante de un espacio abierto,
acecha erguido sobre una valla, una rama sin hojas o debajo del espeso
ramaje, lanzándose, de repente, sobre cualquier insecto que divise. Para
alcanzarlo es posible que realice quiebros y giros en vuelo, aunque
raramente falla y su pico se cierra con un audible chasquido.
El Papamoscas Gris es una de nuestras aves estivales
de llegada más tardía, presentándose normalmente a fines de abril y
mayo, y permaneciendo en España hasta septiembre u octubre, aunque
muchas de las aves que se ven en el último de estos meses puedan estar
en paso procedentes de otros puntos de Europa. De carácter solitario, es
ave de hábitos invariables, por lo que año tras año volverá a los mismos
puntos de cría.
Identificación:
Pardo grisáceo, blanco por debajo; los adultos no manchados,
pero con rayas oscuras en cabeza y pecho; jóvenes con motas oscuras
difusas en el pecho; sexos iguales.
Nidificación:
Ambos sexos construyen descuidado nido de musgo, lana y pelo, unidos con
telarañas, en aleros, enredaderas de muros, árboles, nidos viejos de
pájaros o cavidades; pone, de mayo a junio, de 4 a 5 huevos teñidos de
azul o verde y fuertemente moteados de pardo rojizo; incubación,
principalmente por la hembra, de unos 13 días; los pollos, cebados por
ambos padres, vuelan tras unos 13 días; a veces dos crías.
Alimentación:
Casi únicamente insectos en vuelo; preferentemente moscas, pero también,
mariposas; raramente lombrices.
Hábitat:
Parques y jardines.
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